sábado, 2 de diciembre de 2006

Si Unamuno hubiese tenido un blog

Me pregunto si España sería la misma si Unamuno hubiese tenido un blog. Es decir, si en vez de escribir ensayos que sólo podía leer la gente que:
punto uno, sabía leer;
punto dos, tenía acceso al tipo de publicación donde aparecían ensayos;
punto tres, poseía un nivel cultural suficiente para interesarse por los desvaríos de un señor que se molaba mazo;
punto cuatro, era capaz de seguir sus frases de 7 líneas de texto SIN UN SOLO PUNTO;

...como decía, si en vez de escribir ensayos a los que accedía una minoría que cumplía todos estos requisitos, hubiese podido escribir en un medio al que tuviera acceso todo el mundo mundial. Me pregunto si les hubiera dicho a todos los infelices a los que compadecía todas esas cosas que él pensaba que estaban mal en España, porque para mí que a Unamuno el resto del mundo se la pelaba. Me pregunto cuántas personas hubiesen sido tan influidas por sus pensamientos como lo fui yo, en su día, cuando cayó en mis manos un libro que contenía varios de sus ensayos, teniendo yo 17 años. ¿Habría habido más gente joven que se hubiese encontrado tan reflejada en sus ideas?

Yo pienso que sí. Es demasiado tentador que te digan: tienes que serte. Las palabras inventadas (que yo sepa no existe el verbo ser en forma reflexiva) tienen una fuerza enorme, porque en ocasiones nos muestran que hay conceptos que no existen en nuestra lengua, que es algo que crea la sociedad entera, y si un concepto no existe en la lengua, es porque la sociedad entera lo rechaza, porque siempre que se quiera expresar ese concepto no se van a encontrar las palabras, y por tanto no se va a poder comunicar, y, por tanto, se va a convertir en algo que nos aisla de los demás, algo que pensamos pero no podemos transmitir, algo que nos hace diferentes, en una sociedad donde ser un poco diferente (ser gay, católico, informático) vale, pero ser demasiado diferente (ser honesto con uno mismo y con los demás, dejar a la vista todo lo que uno lleva dentro), sólo se acepta entre círculos de gente que es igual de diferente, pero con otras cosas.

Serse, según la wikipedia:

"Serse, también conocida como Xerxes es un ópera italiana con música de Georg Friedrich Händel. Probablemente el libreto fue escrito para una ópera anterior con el mismo nombre del compositor Giovanni Bononcini; se desconoce quién la adaptó para Handel. Se estrenó en Londres el 15 de abril de 1738.

Serse es para muchos la más mozartiana de las óperas de Handel. La pasión está mezclada con la farsa y la sátira; la estupidez humana es expuesta pero no ridiculizada.

La historia transcurre en Persia, en el año 480 A.C. y el personaje principal es el rey Jerjes I, aunque el argumento tiene pocos elementos que hagan relevante esto.

A pesar de la belleza de la música, Serse no fue exitosa. Fue retirada del Haymarket Theater de Londres, luego de apenas cinco representaciones y fue olvidaba por casi doscientos cincuenta años. Fue repuesta en los años 1980 y poco a poco se ha convertido en parte del repertorio tradicional. La aria que da incio a la obra, Ombra mai fù, es quizás la más conocida de Handel. Sin embargo, no existen muchas grabaciones completas de esta ópera.

Xerxes es un personaje trasvestido; es un hombre interpretado por una soprano."

Lo he buscado en la wiki y en el DRAE por curiosidad, (y/o no vaya a ser que de buenas a primeras se haya aceptado el término y quede yo como una imbécil), pero mira tú por dónde, la ópera habla de la estupidez humana (que no por estupidez es menos humana, para mí, es más humana cuanto más estúpida) sin ridiculizarla, y luego el tal Serse éste era interpretado por una soprano, que, me imagino yo, en aquella época lo peor que se le podía hacer a un personaje masculino era hacer que lo interpretase una mujer. No creo que hubiese muchas cosas peores que ser una mujer y hacerse pasar por hombre, o vestirse de hombre (que se lo digan a George Sand), e invadir así el sacrosanto mundo masculino (para descubrir que está repleto de absurdos y tampoco era para tanto). Y encima, no le hicieron caso en su tiempo. Es curioso.

Para Unamuno, y ya es hora de que lo diga, serse es descubrir lo que uno es y serlo. Con todas sus consecuencias, con todos sus bochornos, con todas sus críticas, con todos sus fallos, con todas sus contradicciones (él se definía a sí mismo como un hombre de contradicción y de pelea), y no dejarse engañar ni lavar el cerebro por nadie, ni dejar jamás de descubrirse a uno mismo, de creerse a sí mismo, de entenderse a sí mismo. Esto, que a lo mejor parece una tontada, es muy difícil, porque estamos rodeados de cosas y de personas que nos dicen constantemente lo que tenemos que ser, lo que tenemos que hacer y lo que tenemos que pensar. Y en momentos claves de la vida, como es la adolescencia, si uno claudica, si uno se deja convencer, si uno no se descubre a sí mismo, en mi humilde opinión, está condenado a ser un infeliz.

Tengo que aclarar, para los que no le conozcan, que Unamuno era un señor muy, MUY, machista. A su mujer, a la que según él, adoraba, la llamaba mi costumbre. Vean ustedes, y reflexionen, lo fuerte que es este calificativo. Es casi como decir "pues ya que me he casado, qué le voy a hacer, que me pongan el desayuno todas las mañanas y me aguanten mis pamplinas". Eso a su mujer. Al resto de las mujeres, y considerándose a sí mismo un genio por ello, nos concedía un alma común. No es que las mujeres no tuviéramos alma, es que todas compartíamos una sola alma. En el cielo le tuvieron que dar un premio al mejor proyecto urbanístico, porque de golpe les solucionó todos los problemas de espacio, reduciendo el número de almas a más o menos la mitad. Él decía esto de una sola alma, porque al parecer, todas las mujeres pensamos lo mismo, sentimos lo mismo etc. Vaya, que todas somos iguales. A lo mejor lo que pasa es que todas tenemos los mismos ciclos hormonales, y además, sentido común. Pero de ahí a no tener una diversidad de espíritus, opiniones, sentimientos y caracteres... señor Unamuno, te has pasao.

Para él, en cualquier caso, y aunque fuera un machista de los peores, de los que se creen que no lo son, lo fundamental eran las libertades, que a uno le dejaran serse, y expresarse, y opinar de todo lo opinable (y tuvo opiniones tremendas). Era un hombre profundamente religioso, pero hasta la religión la llevaba él a su rollo. El decía que no creía en el Dios de estos ni de aquéllos, sino en su Dios, que básicamente era un Dios que él conscientemente pensaba, o sabía, que no existía, pero al que necesitaba y en el que creía. Y él necesitaba creer en este Dios porque necesitaba creer que era de alguna forma inmortal, que su ser no acabaría nunca, tanto le gustaba existir. Y cuando se dejaba de tonterías y veía claro que esto no era así, le daban ganas de suicidarse. Fantaseaba mucho con la idea del suicidio, pero no lo hacía, yo creo, porque era precisamente en esos momentos cuando sabía que si se suicidaba, ahí se acabaría el viaje.

Yo, cuando encontré a Unamuno, comprendí que no estaba sola, que mi idea de ser yo no era original, ni descabellada, y además, era buena. También encontré a alguien que creía en Dios como yo, porque no le quedaba más remedio si no se quería volver loco, y sabiendo, en el fondo, que todos los dioses de todas las religiones tienen una sola cosa en común: que se los inventan los hombres para justificar su propia existencia, sus desgracias y su infelicidad.

Y creo que España sería muy diferente si este señor hubiese tenido un blog, porque ponía a la gente a caer de un burro (pero con consistencia) y se quedaba tan ancho. Durante la dictadura de Primo de Rivera le desterraron a Fuerteventura (debe de ser que allí se le oía menos), y le condenaron a una pila de años de cárcel por insultar al rey (ahí es nada), pero nunca fué a prisión. Primo de Rivera no debía de saber qué hacer con él. Durante la República estuvo otra vez en lo más alto, se llegó a meter en política y le fué fenomenal, pero luego apoyó el golpe de estado. Incluso exhortaba a los intelectuales de otros países a que apoyaran a los nacionales. Y, sin embargo, luego se metía con ellos en su cara (literalmente). Lo dicho por él mismo, que es quien mejor se conocía, es evidente: era un hombre de contradicción y de pelea, consigo mismo, con los demás, daba igual. Era un show. En mi opinión esto es bueno, y es una pena que no haya cundido el ejemplo, porque no hay nada peor que ser radical. Él sólo era radical en lo que se refiere a ser uno mismo y que salga el sol por Antequera. Pero no había causa que le convenciera al cien por cien, más que la suya propia. No se casaba con nadie. Nadie le compraba. Ni le convencía. O se convencía él sólo, o no había nada que hacer. Y así hay que ser, sin confundir esto con la cabezonería. Hay que creer en uno mismo, pero hay que saber evolucionar, contradecirse, replicarse, analizarse y cuestionarse hasta que se encuentra LA VERDAD (que no sé, pero para mí que se esconde muy bien, la jodía).

A Unamuno le debo yo la fuerza de mis ideas, que se hubieran ahogado bajo los "no debes", los "no puedes", y los "esto es así y punto" que me he encontrado desde que nací.

A lo mejor para muchos esto no es mucho.

Para MÍ, esto lo es todo.