lunes, 30 de mayo de 2011

jueves, 19 de febrero de 2009

MADRE NO HAY MÁS QUE UNA (gracias a Dios)

Esta mañana me he levantado pensando en las madres, no sé por qué. Y he decidido escribir sobre este tema, algo que quería hacer desde hace tiempo.

El problema con las madres, sobre todo para las hijas, suele ser de sentimientos encontrados. Por un lado, tu madre es tu referente femenino, la que te enseña a ser mujer, a la que imitas en casi todo, aún sin darte cuenta. Y por otro, no quieres ser como ella, lo cuál es complicado e incongruente.

La cultura popular nos ha vendido una imagen de "la madre" rollo virgen María, todo amor, sin un defecto, y cuyo único interés son los suyos. Esto es falso, completamente.

Lo primero, porque las madres son seres humanos (o sobrehumanos, todos sabemos que tienen poderes). Tienen sus propios intereses, que además no suelen comunicar de forma abierta, ¿por qué? porque basta que te lo diga tu madre para que digas que no. Así que, con el correr de los años se hacen expertas en psicología inversa, o en chantaje emocional, o en lo que les funcione en cada caso. Pero en lo que sea, se vuelven expertas.

Lo segundo, porque también tienen defectos. Algunos hemos llegado a pensar que no, que son perfectas, que todo lo hacen bien, pero esto deriva del punto uno. O bien nos lo hacen creer con psicología inversa, o bien con chantaje emocional, o bien con cualquiera de las otras habilidades que desarrollan a lo largo de su carrera como madres, o incluso con una combinación de varias, aunque mi teoría es que cada madre es consciente de sus propias aptitudes y se orienta hacia un solo campo hasta alcanzar la excelencia. Pero no os engañéis, tienen muchos defectos, y se reafirman en ellos a base de ver que ellas siempre tenían razón.

Y lo tercero, y más doloroso para los hijos, es que, dada su condición humana (o sobrehumana), no son todo amor. Nadie es todo amor. Tu madre tampoco. Una madre es amor, miedo, celos, resentimiento... en fin, todo el espectro de las emociones humanas. Y sobre todo, mala leche. Porque es certo que si hay una verdad universal que es que tu madre te cabrea, hay otra paralela e inseparable que es que tú cabreas a tu madre. Y tu padre también la cabrea, seguro.

Partiendo de estas premisas, nos es más fácil comprender por qué a veces nos dan ganas de coger a nuestra madre del cuello y apretar. No hay que sentirse mal, es natural e inevitable. ¿Quién no tiene un complejo terrible porque su madre de pequeñ@ le decía tal o cuál de su físico? ¿quién no ha dejado nunca algo que realmente quería porque su madre se emperró, o usó una de las tácticas antes mencionadas?

Luego hay otra idea falsa del todo en la cultura popular, y es que las madres quieren a todos sus hijos por igual. Yo soy de la opinión de que nadie quiere a dos personas por igual. No se puede querer igual a tu pareja, que a tu mejor amigo, que a tus hijos, que a tu madre (nuestras madres también tienen madre, las pobres, y aquí es donde nos tenemos que solidarizar con ellas). Para comprender mejor este punto, os remito a Erich Fromm en El arte de amar, que descuartiza el afecto hasta niveles insospechados. Si una madre tiene más de un hijo, está claro que todos no van a ser iguales. Normalmente quieren más a los hijos varones, o a los más pequeños, pero no hay una norma. Yo simplemente creo que quieren más al que les cae mejor. Punto. Tampoco se las puede culpar por eso. El problema no es que quieran más a uno, es que lo demuestren. Y lo peor es que lo demuestran. Día a día, en cosas pequeñas, o en cosas importantes. Pero lo hacen.

Todas estas cosas son hechos, y comunes para todos los que tenemos madres. Pero en mi caso concreto como hija, con una hermana y viendo que no soy la favorita, mi madre ha sido un trauma para mí muchos años. Digo ha sido, porque he tenido la suerte de tener una conversación con mi madre en la que le pude decir todo lo que pensaba, lo que había vivido con ella, lo que me dolía, y quedarme a gusto. Y creo que ella, en su inteligencia superior, comprendió. Y desde entonces nos llevamos mejor. Nos llevamos bien, vamos. Para las que no hayáis tenido esta conversación con vuestra madre, os recomiendo que la tengáis, en cuanto estéis preparadas, porque hace falta mucha serenidad para enfrentarse con tu madre y decirle las cosas sin que piense que no la quieres. Hasta ese día no seréis libres.

Yo me siento muy agradecida a mi madre, porque con sus técnicas me ha espabilado de puta madre (valga la redundancia) para lo que me venía después, el mundo real. Me ha hecho ser la persona que soy, me ha dado mis puntos fuertes, y mis puntos débiles también. Pero por lo menos, cuando sabes conscientemente que piensas que no puedes hacer tal cosa porque tu madre lo piensa, estás mucho más cerca de superarlo, porque sabes que la premisa se basa sólo en la opinión de otra persona. Otra persona con poderes, es verdad, y que seguramente tenga razón, también es verdad. Pero otra persona al fin y al cabo. No tú. Y, al final, tú eres la única, o el único que sabe quién eres de verdad.

A veces me pregunto si la función de las madres en nuestra psique no será la misma que la de una leona dándole tobas a los cachorros. Plas, espabila, coño, que se escapa la gacela. No creo que sean crueles por naturaleza, creo que sienten que te tienen que preparar. Incluso las madres superprotectoras. Te protegen de lo de fuera, sí, pero te machacan ellas. Pero creo que no son conscientes. He escuchado conversaciones de madres con hijas adultas con el mismo rollo. He visto las caras de las hijas luchando por comprender por qué su madre les dice algo tan cruel, y por encontrar una respuesta adecuada que les cierre la boca --en mi experiencia, la mejor defensa es el ataque, lo siento mucho por mi madre, pero es que si no, me vuelve loca--. Yo creo que esto les pasa porque se les va la pinza. Empiezan bien, pero luego se acostumbran al poder y se vician, pierden el sentido de la realidad, de la finalidad de lo que están haciendo, y no se dan cuenta de que ya no te están ayudando, te están hundiendo en la miseria.

Otra teoría que tengo es que los partos son tan terribles, tan traumáticos y tan dolorosos que se están vengando de ti hasta la muerte. Y a veces de tu padre también, por participar en la creación de semejante atrocidad y salir ileso. Pero cuando lo digo se me echa todo el mundo encima, así que o es que no, o es que nadie tiene los huevos de decirlo por miedo a las represlias (maternas, claro).

Como digo, con las hijas es mucho peor desde el punto de vista psicológico. Para empezar, la única razón por la que tú piensas, o has pensado alguna vez, y si tienes suerte, ya no, que no te puedes acostar con el tío que te dé la gana, primera cita o quinta, es porque te lo ha dicho tu madre. Porque para tu madre, eso es de putillas. Y aquí viene respaldada por el resto de la sociedad. Mal. Como mujer que no ha podido disfrutar del sexo por culpa de la dictadura, como mujer que se casó joven porque no tenía otra forma de acostarse con su novio, y seguramente no eligió bien, porque, caray, era muy joven, como mujer que a sus entre 40 o 60 años ve que ha despediciado su vida (que son las más), sin estudios, sin una profesión, sin independencia económica, ¿cómo le dices a tu hija que no folle? pobrecita, ¿así cómo va a conocer gente? No me refiero a conocer tipo esta es Lola, este es Pepe, encantada, sino que ¿cómo conoces a una pareja si no sabes el tipo de amante que es? luego vienen las desilusiones, las insatisfacciones y las desesperaciones. Tienes que saber de quién te estás enamorando. Y si no te quieres enamorar, o no buscas pareja, por lo menos te lo pasas bien. Pero raro será que no busques pareja. Porque una de las frases universales de las madres es: así nunca vas a encontrar marido.

ENCONTRAR MARIDO es una expresión hecha. Es mucho menos frecuente oir encontrar mujer (que además no necesariamente tiene que ser esposa). Me jode, no sabéis cómo, lo de marido y mujer. Parece ser que cuando me casé, mi marido cambió de estado. Pasó de ser un hombre a ser un marido. Debe de ser que yo no, que yo sigo siendo una mujer, y que en mi esencia llevo el estar casada, puesto que casarme no me supone un cambio de estado. O peor, que una mujer, si no está casada, no es ni mujer. Está la palabra esposa (manda huevos), más amigable (o no), pero no he estado en ninguna boda donde se diga yo os declaro esposo y esposa. De esto, intrínsecamente no tienen la culpa las madres, está en el mundo antes que ellas, pero sí son cupables de transmitirlo. No me entra en la cabeza cómo le pasas a tu hija lo que ha sido una mierda para ti.

Afortunadamente, el mundo está cambiando, y salvo alguna madre muy rancia, que todavía quedan, la mayoría de las madres de mujeres adultas entienden que a sus hijas les guste el sexo, y si no lo entienden, al menos lo aceptan. Ven que ha dejado de ser sólo una obligación para ser algo de lo que se puede disfrutar. Pero me pregunto si yo me escucharé decirle a mi hija de quince años el día de mañana gilipolleces de la talla de hay que reservarse, tienes que encontrar marido (aunque espero que dentro de 15 años se diga más compañero), van a pensar que eres una putilla, etc. Espero que no. Espero no proyectar sobre mis hijas mis frustraciones como mujer, espero que sean más libres de lo que me he sentido yo, y que tengan las luces suficientes para saber que hacer con su libertad.

En fin, que cuánto dinero han ganado los psicólogos gracias a nuestras madres. Me gustaría decir que qué suerte tienen las personas con padres más hippies, (porque en la generación de nuestros padres no existe la palabra liberal, el que no es tradicional es hippie). Pero tampoco. Si no es con el sexo, será con otra cosa, pero lo que está claro es que ahí donde tienes una brecha de carácter, donde están tus miedos y tus incongruencias, ahí tienes lo que yo llamo el punto madre. Por ese punto se mete tu madre a destrozarte la vida. Y tiene armas, te conoce desde que eras pequeño. Nadie te puede hacer sentir más pequeño que tu madre. Nadie más tiene poderes para alterar la mente y la materia (sí, sí, la materia, a mí me han crecido los dientes en presencia de mi madre, y se volvían normales cuando no estaba). También me ha enseñado que algo no está limpio si no está inmaculado, nociones básicas de tortura psicológica, dotes de mando hitlerianas, técnicas de interrogación e investigación de la CIA, y que soy una egoísta impenitente que no se preocupa nunca por nadie más que por mí misma. Pero bueno, con los años me he dado cuenta de que mis dientes son hasta bonitos, que es mejor ser sincera sin ser cruel, que es mejor por favor y gracias que inmediatamente, y que la gente no me tiene por una persona tan egoísta, así que, una de dos, o tengo la kriptonita de mi madre, o a mí también me están saliendo poderes. Lo de la limpieza... no lo he superado. Y las técnicas de la CIA son muy útiles para pillar a la gente cuando miente.

Sólo me queda hacer un breve recuento de las grandes madres de la televisión, las madres que se acercan más a la realidad cotidiana: Roseanne (la madre más grande y más grandiosa), la madre de Mónica y Ross (esta es como mi madre, exagerando lo justo para que haga gracia), la madre de Malcolm (Lois, mi heroína), Sofía (la vieja más vieja de Las chicas de oro), Ruth (la madre de A dos metros bajo tierra), y la abuela de Los Serrano. Lo de que las abuelas son dos veces madres no es coña. A veces son hasta peores.

Os animo a que analicéis los complejos, taras y defectos de carácter que debéis a vuestras madres, y a que os elevéis en oración por un futuro lleno de guarderías, sin una madre frustrada en casa machacándote todo el día. A ver qué pasa con las madres con carrera, con logros profesionales, con un largo historial de relaciones frustrantes y con divorcios amistosos. Menos mal que esas ya no me van a tocar a mí. Como hija, al menos. A ver qué hago como madre.

lunes, 28 de mayo de 2007

Después de los 30...

Pues aquí estoy, cumplidos los treinta, con mis meditaciones de PC.

Cumplir los treinta, para muchas personas, es dejarse absorber por todo lo que a uno no le gusta. Creo que yo también me estoy dejando absorber por muchas cosas que no me gustan, así que voy a dejar aquí bien claro lo que no me gusta, para que no se me olvide luchar contra ello.

No me gusta pagar tres pisos y vivir en uno. Y además no muy grande. Preferiría pagar el alquiler de un solo piso y mudarme según mis necesidades de espacio, de cercanía al trabajo o a cualquier otro sitio, o de tranquilidad.

No me gusta casarme. No me gusta firmar un contrato que exprese de qué manera voy a separarme. Preferiría vivir con mi compañero mientras los dos queramos ser compañeros, y cuando decidamos, o uno de los dos decida, romper la sociedad, quedarse cada uno con lo que sabe que es suyo, aunque le guste más lo que se lleva el otro.

Tampoco me gusta tener que demostrar nada a toda la gente que viene a la boda. No me gusta pensar en lo que les va a parecer cutre o poco original. Me gustaría que las personas que vengan a mi boda vengan porque quieren venir, y que vendrían igual si les pusiéramos una manta en el suelo y les diéramos tortilla. Me gustaría que nadie, a estas alturas, juzgara lo que se quieren dos personas por lo llenos que se queden después de la comilona, o por las copas que les dé tiempo a tomarse. Sobre todo cuando todo el mundo está pagando tres pisos y viviendo sólo en uno, cuando un banquete de boda sale el doble de caro que una cena de empresa, aunque se coma lo mismo, y cuando por decir que te vas a casar te sacan dinero por todo.

No me gusta vivir con alguien y sentirme sola. No me gusta irme a dormir con alguien que se dé la vuelta y se duerma. Me gusta hablar hasta que me entra sueño, hacer planes en la cama, relajada un rato antes de dormirme. No me gustan las vidas que consisten en compartir el espacio pero no el tiempo. No me gustan las vidas en las que se comparte el tiempo y no el alma.

No me gusta amarrarme a la costumbre. No me gusta sentirme mal si alguien que no es mi pareja me atrae. No soy ciega, sigo viendo y oliendo a otras personas. Sigo oyendo opiniones que me hacen cambiar la mía, sigo admirando cualidades que yo no tengo. Eso no significa que no quiera tener un compañero. Tampoco significa que no quiera ser fiel. Ser fiel o infiel no debe ser algo planeado. Debe consistir en una suma de momentos en los que se sabe pensar en otra cosa a tiempo, en los que se sabe admirar a alguien desde una cierta distancia. Y en saber decir adiós en el momento apropiado. No pienso que se pueda elegir a los 20 ó los 30 un compañero para toda la vida. Hay que seguir eligiéndolo cada día, si no, es un despropósito. ¿Cómo se puede saber lo que se va a necesitar dentro de 10 años? y aunque se supiera, ¿cómo se puede saber si la otra persona podrá darlo dentro de tanto tiempo?

No me gusta no tener espacio para mí. Siempre hay que tener algo propio y privado, aunque sea una tontada. Necesito ese rincón imperturbable donde poder pensar. O cantar. O llorar. Vivir con alguien no debe significar nunca renunciar a eso.

No me gusta tener hijos y dejarlos a su suerte todos los días. Depender de que otros los limpien, los enseñen, los cuiden y los quieran, y llegar a casa cuando ya estén dormidos. ¿No valdría más tener menos cosas y estar más tiempo con ellos? ¿no valdría más no tenerlos? A nadie le gusta pensar que cría pequeños delincuentes insufribles. Pero hoy casi todos los niños pequeños son insufribles. Y casi todos los niños mayores son delincuentes. Todo se hace por ellos, en teoría, y se les deja sin lo que más necesitan: a sus padres.

No me gusta la vida a la que nos empuja todo. No me gusta que la gente que está en la misma situación que yo y ya se ha resignado me intente convencer de que transforme mi vida en una mentira también. Yo no les pido que transformen su vida en una verdad.

No me gustan las hipocresías. No me gusta que me juzguen si no quiero a un pariente. No me gusta que, cuando se es joven, no se pueda opinar sobre lo que hacen mal los que son más viejos. No hacerlo no te garantiza que nadie opine mal de ti cuando tú seas viejo.

No me gustan las señales de duelo. No me gustan los velatorios, ningún tipo de enterramiento me gusta. No me gusta que cuando alguien muere, los que quedan necesiten gastar tanto dinero para recordarlo. No me gusta que nadie gaste ese tipo de dinero en mí. El que no se acuerde de mí, será que tampoco se acordaba mucho de todas formas. No me gusta llevar flores a los muertos, y dejarlas en un sitio donde nadie las ve, y menos que nadie, los muertos, para que se marchiten y se sequen sin que nadie las disfrute.

No me gusta que me mientan. Me gusta la gente que tiene el cuajo de decir algo que sabe que no me va a gustar. Me gusta que sepan por qué hacen algo que me disgusta. La gente que no sabe por qué hace las cosas es la más dañina que existe en el mundo. Prefiero a la gente que no dice nada a la gente que miente.

No me gusta la ñoñería, el melodrama, el teatro de aficionado. No me gusta que la gente pretenda sentir más de lo que siente. Vivir duele, pero no tanto. Y si duele tanto, es que no se está viviendo como es debido.

No me gusta quejarme por todo. Todo lo que está a mi alcance puedo cambiarlo. Y si no puedo cambiarlo puedo alejarme de ello. Y si no soy capaz de hacer ninguna de las dos cosas, nadie tiene por qué aguantarme quejándome.

No me gustan los elogios. Nunca sé si son merecidos. Tampoco sé cuando son honestos.

No me gustan demasiadas cosas, lo sé. A ti tampoco. Pero yo las digo.

domingo, 4 de febrero de 2007

El juego de Ender

He encontrado este blog buscando en google para ver cuándo (y cómo) van a hacer la película:

http://www.zonalibre.org/blog/ender/archives/070618.html

Ahí hay gente hablando y preguntando sobre Ender y sobre Orson Scott Card en general. Por cierto, os recomiendo que si vais a meter un comentario lo hagáis desde el explorer, el Firefox se ha puesto a hacerme cosas raras y al final he metido 4 veces el mismo comentario.

A los que os he regalado El juego de Ender, os invito a que pongáis aquí qué os ha parecido, para ver si continúo con la iniciativa "Ponga un Ender en su vida".

A mí me gusta Orson Scott Card por la manera que tiene de describir lo que piensan los personajes. Yo creo que aparte de las ideas que se le ocurren, que son muy buenas, en el sentido de originales, la clave de su éxito es la sensación de proximidad que da. Es muy fácil sentirse identificado, o al menos entender a sus personajes.

Y espero de todo corazón que no hagan la película, que se quede en el tintero, como Sandman, por el destrozo que pueden hacer filmando una americanada con esa historia. Es que lo estoy viendo, las peleas tipo Matrix en la sala anti-gravedad, los muñecos, calcetines, gorras, etc. del escuadrón del Dragón, (en plan Gryffindor). Y a ver qué niño me ponen, como pongan al de El Sexto Sentido o uno de esos repelentes, mal. Y como Elijah Wood ya tiene barba, ya no sirve --ay va, si aún no tiene--. Y si ponen uno tipo Macaulay Culkin, vomito. Qué pena que Jorge Sanz se haya hecho mayor, porque tenía más cara de listo de pequeño. Y seguramente meterán una protagonista (adulta) femenina que en la historia no existe, probablemente, la madre de los Wiggin. Y para eso tendrían que inventarse historia. En fin, que más vale que no la hagan, porque no la van a hacer bien.

Os toca.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Si Unamuno hubiese tenido un blog

Me pregunto si España sería la misma si Unamuno hubiese tenido un blog. Es decir, si en vez de escribir ensayos que sólo podía leer la gente que:
punto uno, sabía leer;
punto dos, tenía acceso al tipo de publicación donde aparecían ensayos;
punto tres, poseía un nivel cultural suficiente para interesarse por los desvaríos de un señor que se molaba mazo;
punto cuatro, era capaz de seguir sus frases de 7 líneas de texto SIN UN SOLO PUNTO;

...como decía, si en vez de escribir ensayos a los que accedía una minoría que cumplía todos estos requisitos, hubiese podido escribir en un medio al que tuviera acceso todo el mundo mundial. Me pregunto si les hubiera dicho a todos los infelices a los que compadecía todas esas cosas que él pensaba que estaban mal en España, porque para mí que a Unamuno el resto del mundo se la pelaba. Me pregunto cuántas personas hubiesen sido tan influidas por sus pensamientos como lo fui yo, en su día, cuando cayó en mis manos un libro que contenía varios de sus ensayos, teniendo yo 17 años. ¿Habría habido más gente joven que se hubiese encontrado tan reflejada en sus ideas?

Yo pienso que sí. Es demasiado tentador que te digan: tienes que serte. Las palabras inventadas (que yo sepa no existe el verbo ser en forma reflexiva) tienen una fuerza enorme, porque en ocasiones nos muestran que hay conceptos que no existen en nuestra lengua, que es algo que crea la sociedad entera, y si un concepto no existe en la lengua, es porque la sociedad entera lo rechaza, porque siempre que se quiera expresar ese concepto no se van a encontrar las palabras, y por tanto no se va a poder comunicar, y, por tanto, se va a convertir en algo que nos aisla de los demás, algo que pensamos pero no podemos transmitir, algo que nos hace diferentes, en una sociedad donde ser un poco diferente (ser gay, católico, informático) vale, pero ser demasiado diferente (ser honesto con uno mismo y con los demás, dejar a la vista todo lo que uno lleva dentro), sólo se acepta entre círculos de gente que es igual de diferente, pero con otras cosas.

Serse, según la wikipedia:

"Serse, también conocida como Xerxes es un ópera italiana con música de Georg Friedrich Händel. Probablemente el libreto fue escrito para una ópera anterior con el mismo nombre del compositor Giovanni Bononcini; se desconoce quién la adaptó para Handel. Se estrenó en Londres el 15 de abril de 1738.

Serse es para muchos la más mozartiana de las óperas de Handel. La pasión está mezclada con la farsa y la sátira; la estupidez humana es expuesta pero no ridiculizada.

La historia transcurre en Persia, en el año 480 A.C. y el personaje principal es el rey Jerjes I, aunque el argumento tiene pocos elementos que hagan relevante esto.

A pesar de la belleza de la música, Serse no fue exitosa. Fue retirada del Haymarket Theater de Londres, luego de apenas cinco representaciones y fue olvidaba por casi doscientos cincuenta años. Fue repuesta en los años 1980 y poco a poco se ha convertido en parte del repertorio tradicional. La aria que da incio a la obra, Ombra mai fù, es quizás la más conocida de Handel. Sin embargo, no existen muchas grabaciones completas de esta ópera.

Xerxes es un personaje trasvestido; es un hombre interpretado por una soprano."

Lo he buscado en la wiki y en el DRAE por curiosidad, (y/o no vaya a ser que de buenas a primeras se haya aceptado el término y quede yo como una imbécil), pero mira tú por dónde, la ópera habla de la estupidez humana (que no por estupidez es menos humana, para mí, es más humana cuanto más estúpida) sin ridiculizarla, y luego el tal Serse éste era interpretado por una soprano, que, me imagino yo, en aquella época lo peor que se le podía hacer a un personaje masculino era hacer que lo interpretase una mujer. No creo que hubiese muchas cosas peores que ser una mujer y hacerse pasar por hombre, o vestirse de hombre (que se lo digan a George Sand), e invadir así el sacrosanto mundo masculino (para descubrir que está repleto de absurdos y tampoco era para tanto). Y encima, no le hicieron caso en su tiempo. Es curioso.

Para Unamuno, y ya es hora de que lo diga, serse es descubrir lo que uno es y serlo. Con todas sus consecuencias, con todos sus bochornos, con todas sus críticas, con todos sus fallos, con todas sus contradicciones (él se definía a sí mismo como un hombre de contradicción y de pelea), y no dejarse engañar ni lavar el cerebro por nadie, ni dejar jamás de descubrirse a uno mismo, de creerse a sí mismo, de entenderse a sí mismo. Esto, que a lo mejor parece una tontada, es muy difícil, porque estamos rodeados de cosas y de personas que nos dicen constantemente lo que tenemos que ser, lo que tenemos que hacer y lo que tenemos que pensar. Y en momentos claves de la vida, como es la adolescencia, si uno claudica, si uno se deja convencer, si uno no se descubre a sí mismo, en mi humilde opinión, está condenado a ser un infeliz.

Tengo que aclarar, para los que no le conozcan, que Unamuno era un señor muy, MUY, machista. A su mujer, a la que según él, adoraba, la llamaba mi costumbre. Vean ustedes, y reflexionen, lo fuerte que es este calificativo. Es casi como decir "pues ya que me he casado, qué le voy a hacer, que me pongan el desayuno todas las mañanas y me aguanten mis pamplinas". Eso a su mujer. Al resto de las mujeres, y considerándose a sí mismo un genio por ello, nos concedía un alma común. No es que las mujeres no tuviéramos alma, es que todas compartíamos una sola alma. En el cielo le tuvieron que dar un premio al mejor proyecto urbanístico, porque de golpe les solucionó todos los problemas de espacio, reduciendo el número de almas a más o menos la mitad. Él decía esto de una sola alma, porque al parecer, todas las mujeres pensamos lo mismo, sentimos lo mismo etc. Vaya, que todas somos iguales. A lo mejor lo que pasa es que todas tenemos los mismos ciclos hormonales, y además, sentido común. Pero de ahí a no tener una diversidad de espíritus, opiniones, sentimientos y caracteres... señor Unamuno, te has pasao.

Para él, en cualquier caso, y aunque fuera un machista de los peores, de los que se creen que no lo son, lo fundamental eran las libertades, que a uno le dejaran serse, y expresarse, y opinar de todo lo opinable (y tuvo opiniones tremendas). Era un hombre profundamente religioso, pero hasta la religión la llevaba él a su rollo. El decía que no creía en el Dios de estos ni de aquéllos, sino en su Dios, que básicamente era un Dios que él conscientemente pensaba, o sabía, que no existía, pero al que necesitaba y en el que creía. Y él necesitaba creer en este Dios porque necesitaba creer que era de alguna forma inmortal, que su ser no acabaría nunca, tanto le gustaba existir. Y cuando se dejaba de tonterías y veía claro que esto no era así, le daban ganas de suicidarse. Fantaseaba mucho con la idea del suicidio, pero no lo hacía, yo creo, porque era precisamente en esos momentos cuando sabía que si se suicidaba, ahí se acabaría el viaje.

Yo, cuando encontré a Unamuno, comprendí que no estaba sola, que mi idea de ser yo no era original, ni descabellada, y además, era buena. También encontré a alguien que creía en Dios como yo, porque no le quedaba más remedio si no se quería volver loco, y sabiendo, en el fondo, que todos los dioses de todas las religiones tienen una sola cosa en común: que se los inventan los hombres para justificar su propia existencia, sus desgracias y su infelicidad.

Y creo que España sería muy diferente si este señor hubiese tenido un blog, porque ponía a la gente a caer de un burro (pero con consistencia) y se quedaba tan ancho. Durante la dictadura de Primo de Rivera le desterraron a Fuerteventura (debe de ser que allí se le oía menos), y le condenaron a una pila de años de cárcel por insultar al rey (ahí es nada), pero nunca fué a prisión. Primo de Rivera no debía de saber qué hacer con él. Durante la República estuvo otra vez en lo más alto, se llegó a meter en política y le fué fenomenal, pero luego apoyó el golpe de estado. Incluso exhortaba a los intelectuales de otros países a que apoyaran a los nacionales. Y, sin embargo, luego se metía con ellos en su cara (literalmente). Lo dicho por él mismo, que es quien mejor se conocía, es evidente: era un hombre de contradicción y de pelea, consigo mismo, con los demás, daba igual. Era un show. En mi opinión esto es bueno, y es una pena que no haya cundido el ejemplo, porque no hay nada peor que ser radical. Él sólo era radical en lo que se refiere a ser uno mismo y que salga el sol por Antequera. Pero no había causa que le convenciera al cien por cien, más que la suya propia. No se casaba con nadie. Nadie le compraba. Ni le convencía. O se convencía él sólo, o no había nada que hacer. Y así hay que ser, sin confundir esto con la cabezonería. Hay que creer en uno mismo, pero hay que saber evolucionar, contradecirse, replicarse, analizarse y cuestionarse hasta que se encuentra LA VERDAD (que no sé, pero para mí que se esconde muy bien, la jodía).

A Unamuno le debo yo la fuerza de mis ideas, que se hubieran ahogado bajo los "no debes", los "no puedes", y los "esto es así y punto" que me he encontrado desde que nací.

A lo mejor para muchos esto no es mucho.

Para MÍ, esto lo es todo.